*Por JUAN CARLOS HERNANDEZ A.

 La libertad es la posesión segura de aquellos que tienen el coraje de defenderla (Perdices)

 Tras la polémica y cerrada elección del año 1988, algunos pensantes e intelectuales y no pocos políticos crean la necesaria institución que viniera a dar credibilidad, paz pública y profesionalismo a la organización de la elecciones en México, y es así como nace el Instituto Federal Electoral (IFE) justo a finales del año de 1990, para organizar la su primera elección del 18 de agosto de 1991, para la renovación de la cámara de diputados.

Tras esa elección, vieron muchos los resultados buenos y es entonces que se prepara la singular elección de 1994, en que se renovaría la presidencia, senadores y diputados federales. Se busca entonces la ciudadanización de los y las consejeras electorales, se perfecciona el instrumento para votar, y otros mecanismos susceptibles a mejorar. Pasa la elección sin precedente de algún reclamo y el país queda en tranquilidad. El IFE da su invaluable paso a ganar credibilidad ante los ojos de propios y extraños; no se cuestiona en ningún momento su probada capacidad de organización en temas electorales.

Es en pues ya para el 1996, cuando ya se desprende totalmente del aparato gubernamental y ya no opera la representación de la Secretaria de Gobernación en la mesa de decisiones. Un importante logro de plenitud en su autonomía, nuevos retos por venir, entonces México tiene ya una institución hecha por mexicanas y mexicanos que trasciende fronteras y goza de alta solvencia moral en el ámbito político-electoral.

La elección de 1997 fue una de las que vislumbraron la preparación de un IFE plenamente ciudadanizado, que cuenta ya con un servicio civil de carrera profesional y se enfila hacia la elección presidencial del año 2000, donde una vez realizada, se muestran los resultados por todos conocidos, el parteaguas del partido hegemónico y la llegada de la llamada alternancia al poder. Así que, es el IFE quien da una vez más muestra de respuesta contundente de autonomía y probada independencia del gobierno, sin importar quien gane o pierda, el órgano electoral entrega resultados confiables.

Nadie, absolutamente nadie cuestionó, la operación de la elección intermedia del 2003, en la que se renovó la cámara de diputados, luego se prepara el organismo electoral para la elección del 2006, dónde ahí se cuestionó sin sustento los resultados, el IFE aguantó y demostró su profesionalismo al no entrar en polémica.

Solo hay que recordar que la elección el día de la Jornada Electoral es hecha por ciudadanos capacitados y doblemente insaculados, ellas y ellos son los que en realidad se erigen como autoridad el día de la votación. Imposible cuestionar la acción altruista y entregada y desinteresada de quienes en la practica hacen el gran esfuerzo de recibir los votos y entregar los paquetes electorales a la autoridad electoral después de una exhausta jornada de trabajo.

La elección de 2006 pasó, sin embargo, alcanzó la inconformidad política, al menospreciar el trabajo de la institución y de la ciudadanía, claro, sin ser cierto que hubiese siquiera pensado el mal llamado fraude electoral, eso no pasó ni pasará.

Datos de los resultados de las elecciones de 2009, 2012 y 2015 fortalecieron al IFE y INE ahora, y la ultima elección pasada del año 2018, no fue sino la que dio fe y legalidad de que el voto se respeta, la certeza existe y la ley se cumple. Al INE no le interesa quien gane o quien pierda, lo que importa es, que, quien llegue al poder sea a trávez de una competencia limpia y de alta credibilidad, certeza y legalidad.

Hoy día, se discute en la opinión pública y varios buenos periodistas, politólogos, articulistas, columnistas y opinadores, amen de excelentes programas de radio y mesas de análisis en televisión, el asunto de la toma de poder del INE, por algunas facciones partidistas; a propósito de la renovación de 4 consejeros electorales, en que ya se asoman intereses partidistas; se estila que para tener el control del órgano autónomo por excelencia.

La democracia misma, las reglas, la estabilidad política del país, el sistema de partidos políticos, el futuro mismo de cada mexicana y mexicano, que en los hechos son los sostenedores y colaboradores de esta noble Institución, es lo que debe prevalecer ante un grupo de interés por tomar el control. Eso no va a pasar.

Al INE no se le debe debilitar, se le tiene que fortalecer, pues no solo está en juego la siguiente elección federal del 2021, y por supuesto la futura de 2024, también lo está la libertad de elección según las garantías constitucionales que goza cada ciudadano de este país. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

*El autor es Maestrante en Gestión Social y Políticas Públicas.

 

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