* Por JUAN CARLOS HERNANDEZ A.

Aunque México es un país fuerte, con tradiciones únicas, pues hasta nos reímos de la muerte y le damos tiempo de festejo con creatividad y algarabía no existiendo algún país igual en el mundo, con todo y eso no nos quitamos los problemas sociales de los que venimos quejándonos, soportando y llevamos acuesta de lomo, (sobre la espalda) sin descanso, con ánimo y hasta con cierta dosis de resignación.

Vaya dignidad -fortaleza- la nuestra que nos da para eso y más, al tener la mala racha (acaso mala suerte) de no salir de una cuando ya entramos a la otra, y es que amable lector, nuevamente estamos atestiguando una mala noticia y luego otra también, no se ve claro el panorama económico, ni siquiera tantito, pues nadie explica cómo vamos a salir de esta ya terrible situación de “pandemia” ahora con el muy conocido modelo de poner en boga (moda) los botonazos color rojo, porque pues parece que la gente quiere divertirse, o al menos no estar encerrados pues quien aguanta en casa, nomas así, sin incentivos, siquiera algún aliciente para evitar andar por ahí, de casa en casa y de antro en antro, igual que ir a trabajar.

Pero ahí no para la desgracia, pues a nivel nacional la tendencia a acumular un aproximado de 24 millones de desempleos de verse afectados, según la Organización Internacional del Trabajo, de acuerdo con un análisis de la pandemia del Covi9-19; agreguemos el cierre de medianas y pequeñas empresas, amén de múltiples negocios de pueblos, ciudades que son parte de la estadística, mientras que la burocracia se achica -no han sido exentos- de quedarse sin una oportunidad laboral, me recuerda pues al celebre cantautor el Buki con su canción de “A dónde vamos a parar”.

No hay, en verdad una estrategia, camino, sendero, o vía que nos deje en claro cuál es el diagnostico definido, primero y luego será el pronóstico. Vaya usted a saber qué y cuál información tendrá más relevancia para orientar el juicio y valoración de las cosas. ¿Será necesario volver a los liderazgos de antaño?

Hay razones para inconformarnos, con los tantos problemas sociales que nos aquejan, y que nos llevan a una cultura de retazos y añadidos, semejante a las colchas que se hacen de trapos viejos y en episodios de la realidad mexicana fragmentados y fugaces. Ante la no solución de los problemas ya conocidos de inseguridad, violencia en todos sus presentaciones y demás ¿qué hacer?

Nuestra esperanza de vida, decente está fundada acaso en los discursos y buenas intenciones de otros, ¿cómo saberlo? ante ello debemos plantearnos la alternativa de aprender a saber cómo ligar las cosas, adquirir capacidad de análisis, de discernimiento de lo bueno y lo malo, que nos guie y lleve a conocer el orden aceptable y congruente en el cual finquemos la verdadera esperanza de lo que deseamos como país.

Buscar soluciones prontas ¿imposible? No, no creo que lo sea, solo que se debe tener la actitud, las ganas de replantear el problema, y buscarle por dónde definir la estrategia, ya no solo de la económica que ha provocado de marzo hasta la fecha el cliché del covid 19, no solo esa, también la interrelación social, religiosa, y hasta anímica del ciudadano de a pie, que no más no encuentra sosiego, pues la dedicación de uno mismo a futuro es una acción de la mayor gravedad y substancia.

Si todos lográramos mejor conciencia de lo que se ha de hacer, entonces será posible relacionar mejor las cosas dentro de una visión estimulante, generosa y amplia, hacia la razonada acción. La pregunta es quién inicia, quién propone, quién asegunda. He aquí el dilema. Ya nos queda claro que hay que hacer gobernanza, porque separados nada y nadie sale de la interdependencia, asumamos nuevo retos de desarrollo y progreso.

Ni la democracia, ni los discursos, ni buenas intenciones, son y serán la barita mágica que cambie el actual curso de nuestro país: son las acciones pensadas con tino e inteligencia. Mexicanos juntos definamos cómo salimos de esta. ¿O nos queda de otra?

*El autor es Master en Gestión Social y Políticas Públicas.

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