*Por JUAN CARLOS HERNANDEZ A.

 Desde niños en la primaria se nos enseñó a tomar distancia, previo a entrar al aula, nos formaban en filas en el patio escolar, y alzábamos el brazo derecho tocando el hombro del compañero de enfrente. También nos enseñaron esos buenos maestros, a respetar la bandera y las reglas todas, para que existiera el orden y respeto. Y ello fue bueno, pues es resultado es que hay buenos mexicanos con valores éticos y cívicos.

En tal sentido de ideas, tan importante y oportuna es la sana distancia en la presente pandemia apocalíptica para evitar contagio, como lo es entre los poderes y de funcionarios públicos, en el momento político-electoral que estamos presenciando en México apropósito de la elección más grande y competida de la historia.

La instituciones electorales en México están hoy día cuidando una de las etapas más intensas de la organización del proceso electoral:  la campaña electoral por los actores principales, los partidos políticos, sus candidatas y candidatos, así como las y los aspirantes a un puesto de elección popular por la vía independiente; y claro de todo ente público y privado, sobremanera de las y los funcionarios públicos en sus tres niveles.

Etapa que va del 4 de abril y hasta el 2 de junio próximo, y que, por el ambiente político que se respira se están mostrando rasgos atípicos cada día más fuera de regla, del común denominador, como han sido en otros años; empero, hoy, ello invariablemente por motivos disímbolos que suscitan hechos nunca pensados. Por un lado, una autoridad que exige el respeto irrestricto de la norma, creada para hacerse valer y por el otro los actores políticos sí, pero también los de gobierno en turno que, con conocimiento de causa, sabiendo que no le es permitido por Ley, participar de la elección, lo hacen complacientemente, eso no es orden y no es distancia, menos respeto.

Pese a que la constitución política, en los artículos 41 y 134 en ellos es claro el impedimento, para evitar que haya influencia de propaganda electoral, y no dé lugar a la injerencia en mensajes de logros del propio gobierno en cualquier nivel, municipal, estatal y federal. Por lo que, no debe haber ninguna postura al respecto, particularmente en el tiempo de campaña en procesos electorales, pero otra vez, no hay distancia, respeto y menos prudencia (acaso menos voluntad política).

Hay temas recientes que han enrarecido la elección y que perece no entender que es para todos los ciudadanos electores a los que hay que convencer con animosidad sí, pero civilizada, con actitud de ganar bien y por la buena, en orden y con respeto a la ley y a la norma, que obliga a ser tomada en cuenta. La lógica del elector será elegir lo mejor de lo mejor.

Lo razonable es la civilidad en la contienda electoral, el orden lleva a salvaguardar lo que ya existe; la intromisión de actores que no son candidatos por elegir no será lo deseable; el respeto por cumplir la Ley; la distancia obliga a definir la actuación de cada funcionario público, exijámoslo también. Pues a buen puerto se llega con la participación de todos, enrolados en la invariable y definida legalidad. Hagámosle pues.

¿Usted cómo la ve?

  

*El autor es Master en Gestión Social y Políticas Públicas.

 

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