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La pandemia del Covid-19 y la suspensión de actividades educativas presenciales provocarán el retroceso educativo más grande del último siglo, consideró el Director de la iniciativa de innovación Educativa Global, de la Escuela de Graduados de Educación de la Universidad de Harvard, Fernando M. Reimers.

Ante tal situación, las universidades son las que deben de tomar el liderazgo y convocar a una gran mesa educativa, esfuerzo que bien podría ser encabezado por la Universidad de Guadalajara (UdeG), así lo consideró Reimers al participar en el webinar “El aprendizaje de los niños en tiempos de encierro”, organizado por la Vicerrectoría Ejecutiva, la Coordinación General Académica y el Centro de Estudios Estratégicos para el Desarrollo (CEED), de la UdeG.

“El riesgo, ante la ausencia de planes concretos, es que esta pandemia resulte en el mayor retroceso en oportunidad educativa que ha conocido la humanidad en un siglo. Un retroceso, porque no sólo es que los niños no están aprendiendo durante el tiempo que dura esto, sino que cuando hay tiempo prolongado de desconectarse de los aprendizajes, a los niños se les olvida lo que estaban haciendo. Y aquéllos que estaban enganchados de forma frágil a la escuela, con toda probabilidad no van a regresar”, declaró Reimers.

Dijo que se ha dejado a las escuelas a su suerte, no sólo en México, sino en diversos países, y éstas no tienen capacidad institucional para arreglarse como puedan. Por eso, “los invito a que, como Universidad de Guadalajara, asuman el liderazgo del sector universitario y se planteen, no solamente liderar con el ejemplo, sino que su Rector convoque a otras universidades y se pregunten qué pueden hacer juntos en este momento, porque en realidad no hay más nadie a cargo. Si no lo hacen ustedes, esta pandemia va a producir descalabros en materia educativa, y México va a terminar con mucha más fragilidad en el desarrollo de las capacidades de las personas”.

La moderadora del webinar, la periodista Ivabelle Arroyo, señaló que en México las madres y padres de familia han tenido que adentrarse en una auténtica odisea: atender las labores del hogar, su trabajo a distancia –o intentar sobrevivir si lo perdieron– y, al mismo tiempo, orientar a sus hijas e hijos en las clases en línea.

Además, los profesores tienen la angustia de haberse convertido en diseñadores de cursos de la noche a la mañana y entregar evidencias.

“Es absolutamente insensato y cruel pretender que los niños cubran el curso escolar que, en condiciones normales, no se completa; no tiene sentido. Que las autoridades revisen y se diga cómo se va a evaluar el ciclo escolar, porque hay falta de claridad. En la comunicación del Secretario Esteban Moctezuma, donde extendió la suspensión de actividades hasta el 30 de mayo, dijo que se iba a salvar el curso con carpetas de evidencias. Pero, ¿cuál va a ser el requisito para pasar al siguiente ciclo escolar? Necesitamos esa certeza”, afirmó la profesora, investigadora y Directora del Programa Interdisciplinario sobre Política y Prácticas Educativas, del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), Blanca Heredia Rubio.

Añadió que quien decida cómo evaluar debe de estar consciente de que estamos en una coyuntura fuera de lo normal, y que se concentre en aprendizajes fundacionales, acotando los objetivos de aprendizaje y sobre eso centrar la evaluación, además de permitir que niñas y niños participen en su propia calificación.

El profesor-investigador de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey, Marco Antonio Fernández Martínez, donde coordina la Iniciativa de Educación con Equidad y Calidad, además de ser Coordinador del Programa de Educación de México Evalúa, señaló que 40 por ciento de los alumnos no tiene acceso a Internet, y algunos tienen que comprar tarjetas de prepago para conectarse. Agregó que la plataforma digital está incompleta y las clases en televisión y radio comienzan temprano y no concuerdan con los planes de estudio.

“No podemos pretender que vamos a poder cubrir todo el contenido de los planes de estudio. Cada grado escolar tiene lo que se denomina aprendizajes fundamentales, sobre los hay que centrar los esfuerzos, sabiendo que la autoridad tendrá el reto para el próximo año escolar de compensar lo que no se alcanzó a cubrir en este ciclo, y el reto es todavía más complejo”, dijo.

“De nada sirve un ejercicio de simulación en el que reportamos cuentas alegres –abundó–. No todos los maestros han podido contactar a sus alumnas y alumnos. Además, ¿cuántas de esas evidencias están recibiendo retroalimentación para mejorar la forma en que mantenemos contacto con los estudiantes? Si no nos hablamos con la verdad y simulamos para cerrar el ciclo escolar, será más difícil tener soluciones prácticas y realistas, para ir conteniendo las afectaciones que tienen nuestros estudiantes”.

La profesora-investigadora de la UdeG, Coordinadora de la Maestría en Ciencias de la Salud Ambiental del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CUCBA), Silvia Lizette Ramos de Robles, quien es especialista en alfabetización científica y alfabetización en salud, especificó cuatro grandes problemas: la brecha digital, la casa no es escuela, los padres no son maestros y los profesores no son diseñadores instruccionales.

“La casa no es escuela, no hay espacios en casa para tomar clases en línea. Los niños tienen distractores, y habitan hasta cinco miembros en el mismo lugar. La casa como espacio no representa condiciones para la escuela. Los conectan para que convivan con sus compañeros. Además, los padres no son maestros, ellos tienen que recibir las clases para intentar explicar las tareas que están dejando los maestros y han enfrentado problemas como el manejo de las plataformas, entender los temas, calcular áreas, el Virreinato, la Conquista o la Independencia”, reflexionó.

Se está priorizando lo que no es prioritario: cumplir con el programa por encima del aprendizaje. “Estamos simulando que todo va bien, siendo que no va bien cuando hay clases presenciales”, matizó.

Recomendó a los padres de familia que hagan redes de apoyo con otros papás que tengan experiencia en ciertos ramos del conocimiento, o con los hermanos mayores que tienen estudios superiores.

Renata, una niña de diez años que se conectó al webinar, preguntó cómo manejar la angustia por el encierro. La Heredia Rubio respondió: “Le sugiero a Renata que lleve un diario covid; mi hija lo está haciendo, ella hace collages, la portada, lo llena de fotos, dibujos, textos, poemas, fragmentos de canciones. Recordarles que sus nietos les van a preguntar por esto, y por eso vale la pena registrarlo”.

 

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