*Por Juan Carlos Hernández A.

Justo acaban de iniciar el pasado 4 de abril las campañas políticas en todo el país, mismas que terminarán el 2 de junio, estaremos presenciando en 60 días debates de ideas, propuestas y a lo mejor hasta reproches entre uno o varios candidatos, candidatas partidistas e independientes, que buscarán la mejor oportunidad para resaltar la virtud propia y el defecto ajeno, en ello quizá hagan lo posible, pero no sea lo deseable.

Ante ello no solo es deseable, y puede que sea posible que, sean las mayores oportunidades en las que, los contendientes se enfoquen a proyectarse como los mejores gestionadores para gobernar y en ello hacerlo factible al alcance de sus posibilidades, si les favorece el voto en mayor número, para obtener el triunfo.

Ello es ambición pura y también es lícita, pues están concursando según la ley electoral les confiere, para captar sí, la atención del elector, pero también su incondicional opinión política manifestada en el mero sufragio efectivo-ahora sí con relección- según sea el cargo.

Sinceridad, austeridad, capacidad, medición en propuestas reales y realizables, gesticulación, propaganda, asertividad, oratoria, simpatía, empatía, discurso y un largo etcétera, que tendrán que demostrar un día sí y el otro también, cada contendiente, amén de participar de los debates programados y otros que soliciten a la autoridad electoral, y que sean deseables y posibles, para lograr el fin último de ellas y ellos en la elección: ganarse al “pueblo” o mejor sea escrito, el voto de cada elector a su favor.

Lo deseable y lo posible, estriba de la atención que logre cautivar en campaña a un elector cada vez más analítico, quizá también mejor informado; la campaña no será de partidos, será de candidatos y de propuestas y en ello serán “reos” los ciudadanos de la amplia retórica, en cada momento en los siguientes 2 meses, sin descanso y sin consideración. Pues una campaña perse es intensa o no lo es.

Lo importante del asunto es ver que no haya ocurrencias, comportamientos infantiles que de repente denotan poca seriedad, tampoco deben presentarse ofensivos, ríspidos y denostativos, hablar mal del otro, en vez de hablar bien de sí mismo, como para qué. Los electores quieren  soluciones, no guerra sucia. Si las y los candidatos traen soluciones bien estudiadas a los disímbolos problemas, necesidades y factores que impiden vivir en mejores condiciones a sus votantes, pues tan simple como comunicarlas.

Hacer lo posible dentro de lo deseable, significa no prometer lo imposible, más bien presentar la acción con la cual dé una explicación de cómo resolver. El punto es que en anteriores episodios propagandísticos se veía más lodo, agua turbia y estercoleros que otra cosa.

Hoy tienen la oportunidad de hacer política de la buena, no lo desperdicien, señoras y señores candidatos. Háganle pues. Acá los esperamos con la credencial de elector fuera de la cartera para darle el uso, para la cual ha sido elaborada: votar, libre, en secreto y a conciencia.

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